El Real Unión ha perdido 4-2 este sábado en Lezama ante el Bilbao Athletic un duelo que ha certificado un doloroso descenso a Segunda RFEF. Como en otros partidos de esta temporada, el conjunto irundarra ha comenzado con muy buen pie, pero el paso de los minutos y las dificultades que plantea cualquier choque han terminado de minar a un equipo que se vio 2-0 abajo, ha empatado a dos y ha estado durante muchos minutos a un gol de una salvación que no ha llegado.
El Real Unión arrancó de forma fulgurante. Empujado por más de 350 aficionados desplazados desde Irun, el equipo de Albert Carbó dispuso de hasta cuatro saques de esquina casi consecutivos en los compases iniciales del choque.
El filial bilbaino primero intentó enfriar la contienda y después intentar imponer su calidad, objetivo que lograron por mediación de pases que buscaban la profundidad de sus hombre más avanzados, sin importar mucho la creación del centro del campo.
La recta final de la primera mitad dejó un nuevo arreón irundarra, aunque no fue suficiente para variar el luminoso de Lezama camino a los vestuarios.
Doble mazazo
El mazazo llegó nada más reanudarse la segunda mitad. El conjunto local, que no tenía objetivos clasificatorios al perder opciones de play-off la pasada semana, introdujo dos cambios de golpe en el entreacto, con entrada de Buján y Adrián Pérez en lugar de Olabarrieta y Varela. A la salida de un córner, fue Ibai Sanz quien mediante una volea marcó el 1-0 para los vizcainos.
Los siguientes diez minutos fueron momento para los cambios: Carbó introdujo a un Obieta que resultaría clave y a Eimil, en lugar de Bilbao y Munroe con el objetivo de relanzar a los suyos, mientras que en el Bilbao Athletic el goleador Ibai Sanz dejó su sitio al joven valor Igor Oyono, baracaldés al que incorporó desde el Villarreal.
“Sí se puede”
No hubo tiempo para mucho después, ya que el zarauztarra Eñaut Lete hizo un doble quiebro para un golazo que era el 2-0 para un equipo que ha sido el mejor de la segunda vuelta y acallaba a la bulliciosa grada visitante que no había dicho su última palabra.
Bastaron cuatro minutos para que Koldo Obieta redujera distancias y encendiera a los suyos al grito de “sí se puede”. Cántico que tuvo aún más fuerza con un empate increíble apenas dos minutos después y que sirvió para recordar que en el deporte y en la vida conviene creer siempre.
El paradón de Gastesi lo fusiló después de nuevo Obieta y con algo menos de media hora por delante, el Real Unión había hecho lo más difícil: empatar un partido y con los resultados de Osasuna B, Sestao, Unionistas, Barça B, etc., situarse a un solo gol de la salvación.
Lo tuvieron en sus botas futbolistas como el propio Eimil o Cayarga, que entraría después. En plena faena en esa misión de buscar el gol de la victoria, quien dio primero de nuevo fue el Bilbao Athletic, por mediación de Adrián Pérez en el minuto 83.
Bastaba el empate
El Real Unión quemó toda las naves con la entrada de Aranzabe y Santos por Joseca y Dani Garrido, y de nuevo Obieta dispuso otro gol en sus botas, el del empate.
A la vuelta, sin embargo, el colegiado del encuentro, Francisco García Riesgo, decidió expulsar al unionista Javi Domínguez al entender que era el último defensor. Aun así, la situación no había variado: el empate bastaba tras el gol del Ourense en Tajonar.
Aun así, coincidiendo con el minuto 90, Rego marcó el definitivo 4-2, convirtiendo la salvación en una misión imposible por mucho que quedaran nueve minutos de prolongación.
Al menos en la tercera categoría desde 1999
Después de dos años en los que el club irundarra, que en verano de 2021 abrió un nuevo proyecto bajo la propiedad de Unai Emery, ha salvado la categoría in extremis, este sábado ha consumado un descenso a la cuarta categoría estatal que no pisaba desde 1999, diez años antes de subir a Segunda División.
A la próxima Segunda RFEF han descendido además del equipo unionista el Amorebieta que hace nada disfrutaba de la Segunda División, el Sestao River, el Barça Atlétic y la Gimnástica Segoviana en el grupo I; mientras que del grupo II bajan el Fuenlabrada, Yeclano, Alcoyano, Recreativo de Huelva y el Intercity.
Proyecto marcado por la inestabilidad
La falta de estabilidad y continuidad entre las plantillas y en el banquillo han resultado decisivos en el devenir unionista. La entrada no supuso cambio de inquilino y el club mantuvo en el cargo a Aitor Zulaika, que sería destituido casi año y medio después, en diciembre de 2022.
Un hombre de la casa como Iñaki Goikoetxea condujo al equipo de manera transitoria hasta la llegada de David Movilla, que no terminó la temporada pese a firmar para otras dos adicionales. De nuevo Goikoetxea, recién nombrado al frente del Eibar femenino, fue la solución de emergencia que salvó al equipo del descenso y lo mantuvo en la Primera RFEF.
El club decidió arrancar el curso con otro entrenador y optó por el gallego Fran Justo, que tras protagonizar varios éxitos al mando del Arenteiro, tuvo un paso fugaz por el Lugo de Segunda División. No duró mucho más en Irun: el acuerdo con el Aston Villa llevó a la dirección del club irunés a relevar a Justo y a su equipo.
Cuatro entrenadores en un año
En diciembre de 2023 aterrizó en Irun un hombre de la confianza de la propiedad como lo era Iñigo Idiakez, una conexión procedente de Birmingham que se repitió un año más tarde con la llegada de Albert Carbó, también del equipo de Emery en el Aston Villa.
Entremedias, el Real Unión destityó al donostiarra para volver a llamar a Fran Justo, que tras salvar al equipo en A Coruña en junio del año pasado decidió no seguir. Fue el turno de Mikel Llorente, que 166 días después de su llegada fue destituido.