Son bastantes los aficionados que en el ocaso de la pasada temporada manifestaban la frase “éramos felices y no lo sabíamos”. Todo depende de cómo se mire. Porque la temporada de la Champions, hace dos años, nadie puede decir que no disfrutara con la fase de grupos que completó la Real que para muchos acabó siendo el mejor de la competición antes de los cruces, lo que le permitió ser primero por delante de Inter y de Benfica. Con el refuerzo ofensivo de la temporada y el sustituto de Sorloth, André Silva, sin salir de la enfermería, Imanol se sacó de la chistera un tridente que acabó poniendo patas arriba Anoeta en el encuentro ante el Benfica que, de no haberlo mancillado los ultras lusos, se hubiese convertido en una de las noches europeas más memorables que ha acogido Anoeta. La fórmula del éxito la formaban Kubo, Oyarzabal y Barrenetxea. 

Se nos olvida porque lo más increíble de todo es que el pasado verano se le dio solución a esto, pero fue una idea que nació para tratar de paliar el flagrante déficit de los delanteros centros y consistía en adelantar y centrar la posición del eibartarra para que actuase de 9, con sus lugartenientes, Barrenetxea y Kubo, los dos elementos más desequilibrantes del plantel, en las bandas.

El sueño Champions

Hubo una circunstancia que mermó especialmente su aportación y es que Imanol no pudo contar durante 27 encuentros seguidos con el tridente con el que había suplido gran parte de las carencias que le había generado los evidentes errores de planificación deportiva para la campaña de Champions. Precisamente el último encuentro que en el que habían coincidido los tres magníficos en el once fue la inolvidable paliza al Benfica en Anoeta, en la que a la media hora los realistas ya habían anotado cinco goles, dos de ellos anulados, y Brais había fallado un penalti. En total fueron más de cuatro meses sin que el trío más fiable y con el que mejor fútbol ha firmado la Real.

Desgraciadamente este curso, como el resto del equipo, el tridente ha perdido duende y gracia. Y sobre todo ha dejado de ser letal como lo fue en su día, cuando por momento era la envidia de toda la Liga. Salvo por el galáctico que siempre está de guardia, Oyarzabal, que ha alcanzado sus mejores registros desde que está en el primer equipo, tanto Kubo, con esa increíble estadística de que no ha dado ninguna asistencia en el campeonato de la regularidad, ni Barrenetxea, que ha maquillado sus cifras con los tantos que ha anotado en Europa y en la Copa, porque en el torneo doméstico solo anotó el 0-3 en Leganés

Cambios de posiciones

Lo cierto es que el futuro del tridente es incierto. Y no resulta descabellado pensar que Sergio no tiene mucha intención de proseguir con la misma idea de Imanol. La primera incógnita por disipar y que noes baladí porque pueden modificar la posición de bastantes jugadores, incluidos sus dos compañeros de ataque, es la posición de Oyarzabal: “Volveremos a fijarnos en el talento de dentro, y estoy convencido de que ese gol que parece que no está esté dentro, y con eso que hay dentro vamos a intentar construir algo de cara al gol. Veremos cómo encajamos las piezas, y veremos donde hay que reforzar para que el equipo se sienta más fuerte en determinadas zonas. Mikel puede jugar en varias posiciones, aún tengo que estar con él y tenemos que conocernos más, pero estoy seguro de va a ser súper importante en la Real como ya lo es”, declaró Sergio en su presentación. El capitán puede actuar de segundo delantero en el 4-4-2 que tanto le gusta, en las bandas e incluso en el vértice del rombo en la medular.

En ese esquema, los extremos no suelen tener tanta cabida como le ha pasado este año a Dani Díaz en el filial, ya que están obligados a trabajar mucho si pretenden actuar abiertos más como volantes, por lo que la posición de Barrenetxea y de Kubo también pueden verse alteradas. El japonés ya ha acreditado varias veces que no se siente incómodo por dentro. Habrá que ver dónde se abre hueco el talento del donostiarra...